miércoles, 6 de septiembre de 2017

La gran pequeña levedad de la vida.

Veo las luces de la avenida infinitas, que levitan. El parpadeo continuo de los semáforos en su aún más continuo intento de guiar, fracasando más de lo que les gustaría, llevándose la culpa a cuestas con el día. Vidas que se van en el instante de una bombilla fundida; en el comienzo de un callejón sin salida; en el trayecto de una despedida. Vidas que dan vida en un portal a oscuras. Quizás estemos más llenos que esas bolsas de basura del bordillo o quizás nuestro contenido sea tan nimio como el de la misma. Quizás. Todo depende de tanto. Quizás. Qué irrelevante se hace el tiempo cuando visualizas en tu mente tu vida arrojarse desde un quinto. Qué ingenuos al creernos eternos un sábado a las cinco en una boca ajena. La vida se va poco a poco, día a día, segundo a segundo. Se fue. Se ha ido. Parpadea: ya no podrás volver a llorar.
3:33.

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