martes, 25 de julio de 2017

Creer hasta perder la fe.

He creído sentirme llena, pero sólo de más vacío.
He creído estar con la persona correcta y sólo estaba equivocándome acertadamente.
He creído tanto que ya no sé dónde encontrar la fe.

Me he roto para darte más de mí y sólo te quejabas por los cortes cuando era yo la que sangraba.
Me recompones para darte el placer de verme caer de nuevo.
Me he dado tanto a ti que he acabado por no conocerme. Por desconocernos.

Hace tiempo que no sé hacia dónde vamos, pero mírame. Te sigo a ciegas.
Me puse la venda en los ojos para esconder mis lágrimas. Te crees que sonrío por felicidad y sólo es por incredulidad.
No sé cómo puedes tener a alguien roto delante y no inmutarte. Y no estallar.
No lo sé. No te sé.
Y lo peor es que te da igual. Sólo quieres el consuelo de un alma vacía arrastrándose por ti para llenarte.

Voy a aprender a no depender ni de mí. A ofrecerme hasta la más mínima gota de amor.
¿Al fin y al cabo no somos más que un cúmulo de heridas y parches en forma de amor propio?
Al fin y al cabo todo se acaba y tú y yo hace tiempo que nos consumimos y nadie se preocupó por reponernos.

Así que me he cansado. Me he cansado de dar de mí a alguien que no conoce el verbo compartir.
Me quité todos mis miedos e inseguridades para que tú me vistieras con otros más nuevos, más limpios, con otros que tenían tu nombre.
Eres mi mayor fracaso. Pero pienso recuperarme.